La inflación del mes de octubre fue de 0,25%, siendo el aumento mensual más bajo del año.
Este resultado se dio gracias a la desaceleración en la inflación por alimentos y a la pausa de octubre en el aumento del precio de la gasolina. Al comparar con el mes anterior, la menor inflación de octubre con respecto a la de septiembre, se debe a que los alimentos mostraron la menor inflación de los últimos cuatro meses, los precios de la gasolina se mantuvieron y el rubro de educación que había subido el mes pasado (por el inicio de año académico para el Calendario B), aumentó apenas en 0,12% en octubre.
Dado lo anterior, la inflación anual cerró en 10,48%, consolidando el quiebre de la tendencia alcista del indicador, al mostrar un resultado a la baja por séptimo mes consecutivo y por debajo de las expectativas del mercado que eran de 0,3%-0,4% para el mes y de 10,6% para la variación anual[1].
La inflación anual continuó afectando en mayor medida a los hogares de mayores ingresos, quienes son los más afectados por el incremento de la gasolina, que en el año ya acumula un incremento de 46,0%, pese a no haber subido en el mes.
De otra parte, en términos de los componentes del consumo se aprecia un importante contraste entre los bienes de consumo durable y no durable frente a los servicios y los bienes semidurables. El aumento en el IPC de los bienes no durables aún se sitúa en 12,9% y el de durables en 7,72%; en tanto que el de semidurables es de 5,83% y el de servicios en 9,42%.
Por su lado, el promedio de indicadores de inflación básica ha venido bajando claramente desde un pico de 11,45% en marzo a 10,24% en septiembre y la subyacente también ha bajado de 10,51% a 9,20%, en el mismo tiempo, ubicándose por debajo de los dos dígitos por segundo mes consecutivo. Lo cual es buena noticia, lo cual es una muy buena noticia, pues indica que la parte menos volátil de la inflación se encuentra a la baja, aunque todavía este distante del objetivo de política.
Con respecto a países pares, la inflación anual de 10,48% se ubica por encima (en más del doble) de lo registrado en septiembre por México (4,5%), Chile (5,1%) y Brasil (5,2%) y en octubre por Perú (4,3%).
Al respecto, Chile, Brasil y Perú (entre otros países de la región) ya comenzaron su ciclo de reducción de tasas, donde se anota que Chile ya aplicó tres reducciones seguidas sumando una baja de 225 p.b., al igual que Brasil que ya realizó tres recortes en su tasa, pero de 50 p.b. cada uno (acumulando 150 p.b. en total). Por su lado, Perú realizó una disminución en octubre y otra en septiembre acumulando una baja de 50 p.b.
En Colombia, la tasa de referencia en términos reales del Banco de la República ha subido en 1.150 p.b. desde que comenzó este ciclo alcista, alcanzando una tasa históricamente alta. En su última reunión, la Junta del Banco de la República, tomó la decisión de mantener la tasa de intervención en 13,25%, después de haber llegado a este valor en mayo y en su Informe de Política, el Emisor indica que la política monetaria seguirá siendo contractiva, con el fin de llevar la inflación a 9,8% este año y a 4% en 2024.
En el mundo en general, la respuesta de la política monetaria a la inflación tomó un tiempo en activarse, ya que quizá en la mayoría de los países el choque inflacionario fue interpretado como de oferta, pero luego con el transcurrir del tiempo, los bancos centrales se dieron cuenta de los grandes excedentes de liquidez en poder de los hogares y comenzaron a actuar unos más rápido que otros.
Hoy en día, en la mayoría de países se mantienen elevadas las tasas de interés dada la incertidumbre frente a los precios de la energía y a la persistencia de la inflación subyacente principalmente en Estados Unidos y en varias de las economías de la Unión Europea. Solo algunos países han comenzado a bajar tímidamente las tasas de referencia, pero aún continúan altas, a pesar de bajas significativas en la inflación, como es el caso de Brasil, Chile o Perú.
Inflación vs Respuesta de Política Monetaria en algunos países de América Latina

En el caso de Colombia, se tiene que la economía registra una inflación más persistente, donde los alimentos han descendido menos rápido que en los países señalados anteriormente y se han tenido que hacer ajustes menos pausados en los precios de la energía, por tener que asumir más rápido el pago de la deuda por concepto de los subsidios a la gasolina y a las tarifas de servicios públicos.
El Banco de la República no ha comenzado en descenso en las tasas de interés a pesar de que la brecha entre la oferta (PIB) y la demanda interna[2] ha vuelto a los niveles de la prepandemia (alrededor del 7%). La Junta aún tiene incertidumbre frente al fenómeno de El Niño, frente al aumento del salario mínimo a definirse en diciembre (aspecto que no tuvieron que enfrentar Brasil, Perú o Chile dado que la disminución en la tasa de referencia se hizo a mitad de año) y frente al impacto que tendrá la continuidad en los ajustes a los precios de la energía y los combustibles.
La postura de la Junta del Emisor de mantener la tasa en los niveles actuales, también se sustenta en que los indicadores de desempeño del sistema financiero se mantienen saludables, las nuevas cosechas de crédito son mejores que las anteriores y las provisiones son suficientes para enfrentar cualquier contingencia, el crédito de consumo se ha contraído, la tasa de cambio se ha ajustado a la baja. Además, el temor a la incidencia del fenómeno de El Niño y el hecho de que el precio del petróleo no muestra una tendencia clara, hace que existan dudas para tomar una decisión al respecto.
Es muy posible que a finales de diciembre, la junta Directiva del Banco de la República decida reducir las tasas de intervención, pero dado lo ya expuesto es posible que las reducciones vayan a ser lentas al igual que en Perú o Brasil, debido a la incertidumbre que existe en materia inflacionaria para los próximos meses.
Por el lado macroeconómico, se tiene que la economía ha venido aterrizando y ha bajado su ritmo de crecimiento de 7,3% el año anterior, a 1,3% en lo que va corrido de este año a agosto (según el ISE), mostrando una contracción de la demanda interna (-1,8% a junio). No obstante, el mercado laboral se ha mantiene sólido, con un aumento en la generación de 4,7%, el cual representa un aumento en la ocupación que supera el millón de empleos. Así, en septiembre la tasa de desempleo nacional fue de 9,3%, ubicándose por cuarto mes consecutivo al nivel de un dígito.
Por otro lado, se tiene que el fenómeno inflacionario que estamos viviendo surgió como respuesta a presiones externas (como los precios internacionales de los alimentos, de los insumos agropecuarios y las distorsiones en las cadenas de suministros), a las cuales luego se unió un fuerte componente interno, derivado de una elevada demanda doméstica. No obstante, mientras que los factores externos ya se han diluido, la prevalencia de los internos continúa activo, aunque en una proporción mucho menor, pero presionando las expectativas al alza e impidiendo que la inflación se reduzca a una velocidad mayor, dado el sólido mercado laboral y el importante fenómeno de indexaciones.
[1] Según las encuestas EOF de Fedesarrollo y EME del Banco de la República.
[2] Medida en niveles absolutos
Aspectos clave
En el mes:
El IPC aumentó 0,25%, mostrando el aumento mensual más bajo del año. El resultado fue jalonado a la baja por los alimentos, que también mostraron un incremento menor al de los últimos cuatro meses, por los precios de la gasolina, cuyo aumento hizo una pausa en octubre y por el rubro de educación que había subido el mes pasado debido al inicio de año académico para el Calendario B.
Por grupos, se tiene que los de mayor inflación fueron: Recreación y cultura (0,55%), bienes y servicios diversos (0,51%) y bebidas alcohólicas y tabaco (0,51%). No obstante, dado su bajo peso dentro de la canasta de consumo, el conjunto de estos tres grupos solo contribuye a la inflación total en 0,06 p.p. (es decir que todos junto sumados contribuyen menos que el aumento de la papa).
Por otro lado, el grupo de alojamiento y servicios públicos con una inflación de 0,35% y el de alimentos con una de tan solo 0,20%, tuvieron las contribuciones más altas a la inflación, pese a que sus precios subieron menos que en meses anteriores y que en el caso de los alimentos, la inflación del 0,2% fue la más baja en tres meses. Dentro de los alimentos, se observa que solo 2 de ellos (la papa y las frutas frescas) tiene una contribución notable de 0,07 p.p. y 0,03 p.p.
Por su parte, grupo de transporte se destaca por haber sido deflacionario en el mes (-0,02%), debido al aporte negativo del vehículo particular y a que los combustibles para vehículo no aumentaron por la pausa realizada, para apoyar la implementación la política de subsidio a taxistas.
Finalmente se menciona que la subclase que más impulsó la inflación del mes fue la papa que subió 19% por el fin de la cosecha, aportando tan solo 0,07 p.p. seguida del arriendo imputado (es decir el costo de “arriendo" que se calcula a quienes viven en casa propia) y el arriendo efectivo, con una contribución conjunta de 0,09 p.p. y las frutas frescas con una contribución de 0,03 p.p. Estos 4 rubros aportan juntos 0,19 p.p. a la inflación de 0,25%, explicando el 76% de la inflación (sin descontar los rubros deflacionarios).
Se anota que el “el almuerzo", que había estado persistentemente dentro del grupo de rubros de mayor aporte a la inflación, ha bajado de importancia en el mes y ya no figura en este grupo, por tercera ocasión consecutiva.