Luego de la desaparición de los riesgos de una recesión en gran parte de la economía mundial, por efecto de las medidas de política monetaria por parte de los Bancos centrales para controlar la inflación, tres hechos importantes marcan el desempeño de la economía mundial en la actual coyuntura. El primero de ellos, tiene que ver con la alineación y convergencia de las economías hacia un lento crecimiento de 3.2% en 2024 y 3.3% en 2025. Este desempeño conlleva al cierre de la brecha del producto en las economías avanzadas. El segundo, elemento es que la inflación converge hacia el 5,9% a medida que avanza la presente vigencia. Es una buena noticia por cuanto en 2023, la inflación cerró en 6.7% y continúa descendiendo, aunque persisten presiones al alza que le imponen resistencia a la baja de la inflación subyacente. En tercer lugar, la incertidumbre fiscal, pues muchas economías no han regresado a los déficits experimentados antes de la pandemia y el principal agravante es que la relación deuda/PIB es muy alto, lo cual hace aún más difícil y lento el ajuste fiscal. Finalmente, la falta de orden en materia de política comercial debido a las permanentes y desordenadas elevaciones de gravámenes arancelarios en muchas economías pueden conllevar en este momento a atenuar el descenso en la inflación y a afectar el crecimiento económico mundial en los próximos años.
En cuanto, al primer aspecto es importante mencionar que, en la actual coyuntura de 2024, hay tres dinámicas en lo que respecta al crecimiento. La primera, muestra a la economía de los Estados Unidos, según el FMI, muestra señales de enfriamiento, pues el mercado laboral es menos sólido que en 2023, aunque el último dato de crecimiento fue de 3.0%, que sorprendió al alza gracias al aumento en el consumo. En segundo, lugar, la economía de la Unión Europea proyecta una leve recuperación de 0,9% frente al 0.5% de 2023, gracias a la recuperación de la economía de Alemania que registró una recesión en 2023 (-0,2%) y ahora se proyecta un crecimiento de 0.2% para 2024 y la economía del Reino Unido que pasó de crecer 0.1% a 0.7%. No obstante, otras economías grandes proyectan una leve reducción en las proyecciones para el presente año. Finalmente, las economías de Asia Emergente serán el principal impulsor de la economía mundial (5.4%), luego de las revisiones al alza de la economía de China e India. La primera proyecta un crecimiento de 5.0% mientras que la segunda, será de 7.0%. América Latina y el Caribe proyecta un menor crecimiento frente a 2023. En efecto en 2023, el crecimiento fue de 2.3% y para 2024, será de 1.9%, debido a la menor expansión de Brasil de 2,9% a 2,1% y México de 3.2% a 2.2%.
En Relación con la reducción de la inflación, las proyecciones muestran una reducción de 6,7% a 5.9% para 2024. Esta disminución no ha estado exenta de riesgos, debido crecimiento de nuevo en los precios de los alimentos y de la energía, que vienen impulsando de nuevo la inflación en varias de las economías, principalmente la de Estados Unidos, los cuales se encuentran en niveles parecidos a los de antes de la pandemia. Los precios de los bienes han aumentado más que los de los servicios, lo cual ha impulsado el aumento de la demanda para producirlos y por ende también ha aumentado la demanda de trabajadores en estos sectores y también los salarios en este sector, con posibles alzas en los precios en este sector.
El aumento en los precios de los servicios y el aumento de los salarios junto con los precios de los regulados, se convierten así en el foco de la atención de las autoridades principalmente en las economías avanzadas, dado que, en el último año se han convertido en una de las presiones más importantes de la inflación subyacente, la cual presenta fuerte resistencia a su reducción. En efecto, la inflación de los servicios podría hacer más lento el avance de la desinflación, lo que complica la normalización de la política monetaria
En tercer lugar, los problemas fiscales heredados de pandemia del Covid-19, se manifiesta en una relación deuda/PIB elevada, y que a pesar de los esfuerzos de ajuste todavía está lejos de los niveles de antes de 2020. En efecto, la relación deuda/PIB saltó de niveles del 84.1% al 99.3% del PIB entre 1019 y 2020, no obstante, a pesar de la reducción a 94.7% y a 91.3% del PIB en 2021 y 2022, respectivamente, esta relación ha vuelto a crecer en 2023 a 93.1% en 2023 y a 93.5% del PIB en 2024, y según proyecciones del FMI, se elevará a 98.7% en el año 2029 debido al lento crecimiento y a la carga de intereses que impide un crecimiento de la inversión pública.
Es indudable, que el deterioro de las finanzas públicas mantiene a muchas economías en condiciones vulnerables, a pesar de que la mayoría de estas han adoptado medidas de ajuste fiscal. Sin embargo, en varias de ellas, debido a la generación de deuda no bancaria durante la pandemia, tal como sucede en las economías de Colombia, Brasil, Europa, entre otros, la tarea del ajuste ha sido penosa y lenta, dificultando, la expansión de programas sociales, los compromisos ambientales y de transición energética.
Finalmente, el rompimiento cada vez más extendido de los acuerdos del comercio internacional, mediante la adopción de mayores aranceles y medidas no arancelarias que encarecen los precios de los bienes. Estas dificultades conllevan a un crecimiento más lento, a bienes e insumos más costosos y a una reducción más lenta de la inflación. Por ello lo recomendable es una mayor cooperación la cooperación multilateral constructiva y equilibrada en el comercio que evite abusos de los países más avanzados sobre los de menor desarrollo.